2.18.2006

Cuado me caí del arbol.

Es cuático… pero siempre me he gustado subirme a los árboles, y en relación a esto tengo cierta cualidad que combina la agilidad y destreza para maniobrar entre las ramas. Desde chico recuerdo haberme subido a nísperos en busca de ese delicado manjar y haberme columpiado en cuanto sauce encontraba.

Ya más grande, cuando andaba con mis amigos carreteando… de repente desaparecía. Después de unos minutos me echaban de menos y ahí saltaba desde una rama y los asustaba… me gustaba pasar esos momentos por sobre la cabezas de la gente, desde un ángulo visual superior y mirar más allá. Incluso a veces carretié arriba de árboles, o incluso me arranque de los pacos.

Pero estaba en esta nefasta ocasión afuera de la botillería de Don Beño… y lo mismo, me dio la weá y me subí raudo al árbol que estaba casi justo afuera. Subí bien arriba y ahí estaba yo… bien arriba de la pelota también, pero eso no me disminuía física ni mentalmente para disfrutar de esta afición. Estaba relajado una vez más... lejos de todos y de todo un momento, mi momento… hasta el crujido. Al menos un metro más abajo de donde yo estaba, la rama comenzó a ceder, y yo entre el follaje no podía hacer ya nada... estaba entregado. Justamente el flaco que estaba abajo, levanta la cabeza al escuchar el ruido y ve venírsele encima el árbol… era la rama principal! Y como en las películas, se tira al suelo y con una voltereta en el suelo logra escaparse jabonado. La media bullita que metió alertó a todos, que a esa hora era una wena tropa esperando su turno para comprar el bebestible o planeando el carrete y todo eso… Además del estruendo, como de un choque de autos, se levanto una cantidad impresionante de tierra, que entro como explosión a la botillería, desde donde salieron todos asustados y sacudiéndose, tosiendo y sin cachar que cresta pasaba. Yo por mi parte, caí entre las ramas, de una altura aproximada de 4 metros… de cabeza. Y alcance a anteponer un brazo para no aterrizar con el mate, me paro casi instantáneamente y me escondo en la esquina, aprovechando la polvareda… solo algunos alcanzaron a verme y salimos cagando de la escena.

Ya más calmados y entre risas, me doy cuenta del dolor de mi muñeca, entre la emoción y el alcohol no me había percatado, pero empezó a doler harto… después de un rato me tuve que ir pa la casa, y me acuerdo que hay unos tíos alojando y toda la onda… que voy a hacer!!! Me acuesto pa ver si ocurre un milagro y me deja de doler, o se me ocurre algo… algún grupo que meter pa no quedar de curao, pero no aguanto más y voy a la pieza de mi mamá y les cuento que me quebré el brazo de un porrazo. Se rieron de mí. No fue tan penca al final.

En la posta me entablillaron y me sacaron radiografías y todo… me había hecho cagar todos los huesitos chicos que están en la muñeca, y ameritaba operación y fierros. Cuento corto, pabellón, bata abierta atrás, anestesia general, yeso hasta casi el hombro, sala de recuperación… adiós verano. Oye paz.. me caí de un árbol y me quebré la muñeca, tengo un yeso hasta el hombro... "pero como!", en la casa te cuento... Y la práctica! Justo estaba haciendo la práctica. Gracias a mi ángel, tuve el suficiente rostro de madera pa decirles que igual me completaran las horas, y no pusieron ningún probema… la raja.

Pasaron lentamente los tres meses y fui a la consulta a que me sacaran el yeso y los fierros, y el doc me dijo que podía sacarme los fierros en un procedimiento igual a la operación o con un método más simple, en su misma consulta sin anestesia ni nada, y que no dolía, pero era medio carnaza. Pensé en mi mamá y lo que había tenido que desembolsar por esta manía weona mía de subirme a los árboles, y opté por lo segundo. Me hizo pasar a otra sala habilitada para curaciones y esas cosas… onda ¡¿atiro?!

Recuerdo que fueron a llamar al flaco (si el mismo de antes) que me aguaitaba en la sala de espera y le avisaron a una secretaria y a otra persona... cacha que tenía público pa la extracción.

Aserrucharon el yeso y después de tres meses vi mi denuevo brazo descubierto, flaco, pelúo, pálido y oloroso… además de tener dos clavos de nueve pulgadas atravesados en la muñeca… de lado a lado, con algodones con ese desinfectante rojo que parece sangre. Fue impactante, que puedo decir… me empecé a arrepentir. En ese momento la más débil de estómago, la secretaria, se retira, y el doc saca el instrumento para retirar los clavos… un alicate, de esos de ferretería, limpio y todo, pero un alicate, no un implemento médico con diseño específico… un alicate. Wau.

Ya flaco, mira para otro lado… me dice, y le hago caso. El primer clavo sale fácil, pero el segundo costó, tuvo que aplicar fuerza y dar varios tirones pa que aflojara. Le veía la cara al flaco… adicto a alguna forma a las películas gore, la sangre, Marilyn Manson, etc… y tuve que ver, y era como sacar un clavo de una tabla… y tal como el doc me dijo... no dolió nada. Después me pusieron un yeso corto hasta más abajo del codo y me fui.

Las cicatrices desaparecieron y los fierros se me perdieron… y últimamente no me a dado por subirme a los árboles.

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