Imagínense la sorpresa al ver en nuestro balcón al pequeño cactus echar una flor inmensa… más grande que el mismo… rosada y hermosa justo el primero de enero.
Mi hija aún cree en el viejo pascuero y piensa que los fuegos artificiales se los hacemos nosotros por su cumpleaños… mi mujer está cada día más hermosa, tengo un puñado de grandes amigos, estoy más delgado y me siento querido y respetado por quienes me rodean…
Es imposible no hacer un recuento y mirar por el retrovisor en esta fecha, no?
Y bueno… compartimos con la familia de mi mujer una agradable cena de año nuevo, en la que hice el segundo asado de mi vida… no tan bueno como el primero, pero le hecho completamente la culpa a la carne. En la mesa tuve la oportunidad de conversar con una tía de ella… no soy muy dado a conversar con personas mayores, pero por primera vez creo que logramos sintonizarnos en un nivel más personal, donde di referencias más o menos concretas de mis principios y las cosas de las que había tenido que darme cuenta últimamente… todo a nivel teórico eso si… y ella también se abrió un poco y me contó algunas cosas suyas, e inevitablemente logramos coincidir, terminando en que ella veía en mí sólo virtudes… y que te vean así, más que halago, también es una responsabilidad. En fin, como dije, fue una buena cena de año nuevo.
Vimos los fuegos artificiales desde la playa, gritamos, nos abrazamos, tomamos champaña, nos sacamos fotos, nos mojamos los pies y le cantamos el cumpleaños feliz a nuestra hija… estaba llena la playa.
Luego de vuelta pasamos a ver a una familia vecina de la que somos muy cercanos… a saludar y dar los abrazos correspondientes, y de ahí enfilamos hacia Valparaíso. Lamentablemente nuestro amigo no pudo ir con nosotros por que tenía invitados rubios y creo que no coincidían con nuestra idea de pasarlo bien, así que nos fuimos solos… a la vida.
En la micro nos fuimos compartiendo con santiaguinos, super en buena conversamos de política y Allende, de cómo la izquierda había recuperado algo de la mística de antaño y que todos ahí habíamos votado por Hirsh. Nos contaron también que en la micro, dentro del grupo de nuestros esporádicos amigos, iba un universitario de apellido Luksic como para ilustrar el potencial económico que en esos momentos reinaba en la micro. Al final iban hasta el pasaje Yugoeslavo y les dijimos que se bajaran en la Avenida Argentina y caminaran. ¿Les dije que odio a los cuicos? La micro quedó media vacía cuando se bajaron y todos los alli presentes teníamos un gesto feliz al saber que se iban a mandar el medio rally, jajaja…
A la altura de la plaza Sotomayor nuestras vejigas ya explotaban por lo que nos fuimos derecho al after our del Pagano, la Exodo, y como andábamos medios pirulos, no se percataron de la botella de coca-cola de tres litros combinada con ron que oculté entre una chomba que llevaba en la mano. Ella pasó primero al baño, y luego yo, pero para mala suerte mía habían tres lolitos colas que hablaban como locas en un baño ultra chico y más encima uno de ellos se cambiaba de pantalones, dejando ver una panty de malla que usaba, por lo que no salió ni una gota de mi uretra… que martirio. Tuve que salir a esperar que salieran para entrar denuevo… En el intertanto ella se había conseguido unos vasos de vidrio para luego acomodarnos y relajarnos bálsamente. Entré denuevo y solté el líquido que oprimía mis tripas y al salir vea a una mina y un guardia al lado de mi esposa. Chupalla, pensé.
Pasó que la vieron con la botella y se la querían quitar, pero ella se impuso y logró hacer que fueran a buscar unos vasos plásticos para devolver el ron de los de vidrio e irnos piola, yo les pedí que así en buena le echaran unos hielitos a los vasos, pero no pescaron… y a final quedamos en que pa que tan mala onda, si al final era año nuevo. Salimos por la puerta del lado y nos fuimos riéndonos al Café Capri, un local nuevo que están comenzando una pareja de amigos. Ahí estuvimos la mayor parte de la noche… bailamos, tomamos e hicimos nuevos amigos. Un detalle importante era la cantidad de niñas dijes que estaban bailando solas… Bert Plunket, lo que te perdiste. Con el whisky hubieran hecho cola.
Al irnos pasamos al mercado a comernos una empanadota de marisco en un típico local de por ahí, en donde nos recibieron con un caluroso abrazo. La cagamos eso sí con pedir una cerveza… por que después de haber tomado una cantidad importante de ron, con una bebida habriamos quedado bien… pero no, un litro de chela acompañó la fritanga.
En este momento se produjo una especie de corto circuito que me hizo retraerme en algo que en ese instante consideré importante. Me vi como un cabro chico rodeado por adultos. El haber tenido una conversación de adultos en la mesa con la tía de mi señora y darme cuenta de que tengo amigos adultos que me han dado consejos de adultos… veo que tienen tan claras las cosas cuando me hablan. Ellos son adultos y hacen cosas de adultos. Es más, mi señora es un adulto. Ella es súper madura y también tiene las cosas super claras… no estoy diciendo que sea perfecta, si no que tiene la capacidad de enfocarse y pensar como adulto. Y ahí estaba yo, sintiéndome un pendejo a las 9 de la mañana en el año nuevo. Sintiéndome mal después de una de las mejores noches de año nuevo que he pasado. Y puta, llegamos peleando a la casa, dando jugo… todo por culpa de la chela, coincidimos al otro día cuando despertamos.
Pasamos buena parte del primero acostados, conversando. Me di cuenta que me sentía así no por que fuera un pendejo, si no por que me estaba dando cuenta que yo también estaba siendo un adulto, cosa que nunca me había planteado así tan en serio… estaba siendo un adulto y tomando decisiones de adulto…
Nos fumamos el pito que no nos fumamos en la noche y nos entregamos comodamente a los abrazos y las caricias. Y al levantarnos, tipín 7 de la tarde, nos encontramos con que nuestro cactus había florecido durante la noche del 31 y madrugada del primero.
Sin lugar a dudas el mejor año nuevo que he pasado nunca.
(La flor se secó y murió el 3 de enero. El primero no teníamos la cámara y no pudimos fotografiarla)
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