
Cuesta creer en Escéptico
Don Agustín | Panduro
Taller Sol, viernes 11 de agosto
$1.500
Luis Felipe Saavedra
"Buenas noches, Santiago", es la primera de muchas tallas esta noche. Don Agustín (Agustín Tapia), desde Viña del Mar, solo con guitarra, monta un show minimal para tocar las canciones de vocación "rock pop de autor" compiladas en el elepé Don Agustín (2006). La jornada está dedicada al sello virtual Escéptico Records y muchos amigos llenan la pequeña sala del Taller Sol y escuchan cómo Agustín construye temas sampleando y superponiendo guitarras, pasándolas por múltiples efectos y cantando sobre eso, pero sin ningún manejo en los niveles y con una guitarra desafinada que raya en la displicencia. La voz es tan ganosa como destemplada y acompaña las armonías y golpeteos con que arma piezas que no convencen, a pesar del apoyo de los conocidos. Algo de amor, algo de oscuridad, mucha personalidad y harto tinto en caja terminan con Agustín agachado manipulando efectos, como niño con juguete nuevo.
"Ninguno de nosotros sabe lo que va a pasar", ha dicho el vocalista de Panduro y es la pura verdad. Como la invitación advierte que es una sesión acústica-eléctrica, el cuarteto de San Fernando/ Viña / Santiago ha venido sin su baterista y ese puro detalle, en una banda de rock como esta, hace insostenible la situación. Porque las canciones, adaptadas (o desadaptadas) sin cuidado a guitarra de palo, guitarra eléctrica y bajo, en un ensamble parecido al que estudiantes rebeldes montan en la clase de música del colegio, carecen de potencia y de toda la gracia de la electricidad. Letras oscuras y quejumbrosas sobre el carrete, la autodestrucción y el rechazo a la sociedad son cantadas con vigor por la manga fiel, que se las sabe de memoria como himnos propios, y desde ella surge un amigo que se une a la banda (con escasísimo talento) en las maracas. Los temas pasan uno tras otro, igual que la caja de vino entre manos y bocas, y más que una tocata esto parece una fogata a altas horas de la madrugada, cuando la precisión da lo mismo. Pero como aquí no hay fuego ni aire libre, sino un intenso tufo a alcohol, los temas de tintes oscuros, power ballads y pastiches, sumados a un sonido francamente indecente, no dan para más.
"Sigamos hasta que nos echen", dice el vocalista, apodado el Zappa por su parecido con el músico Frank Zappa, y así continúan la juerga por más de una hora, dejando la incómoda sensación de que si no eres parte del círculo de carrete de las bandas de la noche, no tienes nada que hacer ahí.
Vinculo Original acá.
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