
El último o el primer día de la semana… a quien le importa. El día del sol, de Dios, del descanso… de la familia, los monos en la mañana y levantarse tarde. Las calles peladas, la vida lenta, los negocios cerrados, las misas, el orfeón en la pérgola, la tenida dominguera, el partido… la caña (cada vez menos) y la cervecita helada (o malta con huevo), uf! La comida rica, la empanada y el helado, el paseo familiar… los juegos y la playa, la bici y los patines… la tarde y después la noche…
Antes me bañaba y me cortaba las uñas, después me pegaba los viajes de 4 horas hasta Valparaíso y ahora baño y peino a mi hija, la acuesto… encamino las pegas que tengo para el lunes y me acuesto lo más temprano que puedo… a dormir. En este momento es donde se me aparece la presión del domingo, donde el día muestra su cara fea… cuando acostado pienso en la semana que se viene, en la vida por delante… en lo que tengo que hacer. Siempre fue así. Antes eran las pruebas, las notas, las competencias… ahora las pegas, las cuentas y la plata. Lo que se nos viene. Todo se condensa en este punto de llegada y partida, el último y primer día de la semana. Me acosté a las 23:30 y ya son las 02:30… un par de vueltas y ya son las 04:00 (putas!). Hora de levantarse, por que aquí no saco nada… de alguna forma hay que sacarle provecho a las cosas, y me pongo a trabajar. Se me adelantó el fucking lunes pero filo, igual iba a llegar. Se asoman de a uno mis contactos del msn y la jornada se normaliza y el domingo queda atrás. En la tarde me pego una siesta y ya es martes.
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