2.07.2007

Iba este hombre.

Iba este hombre a buscar a su hija el primer día de clases al colegio nuevo, mejor que el anterior en todos los sentidos menos para el bolsillo, pero que diablos… la mejor herencia que le puede dejar uno a los hijos es una buena educación… pensaba él con la simpleza y poco muñequeo anti-sistémico que le caracterizaba.

Era el segundo básico de una escuela media hippie-artistoide particular subvencionada y los niños salían felices corriendo y jugando, en especial su hija que siempre se caracterizó por aprovechar al máximo los momentos después de la escuela para jugar con los compañeros, al punto de hacer sentir mal al pobre papá por que se sentía poco querido y aburridor. En todo caso no era de ninguna forma un sentimiento generalizado, era solo ese momento en que cuando estaba parado tras la reja del colegio antiguo y llamaba a su hija con gestos locos y ese típico grito ahogado que es más gesticulación que nada… mientras todos los demás apoderados iban circulando por frente a la tía que entregaba a los pupilos… pero ahora el caso era diferente. En el colegio que estaba ahora entró hasta la misma puerta de la sala y pudo ir él al encuentro de la niña, que como era de esperar venía de las últimas.

Iban pasando por los pasillos que conducían a la salida en una caótica fila india de alumnos y algunos otros apoderados que entre gritos y risas avanzaba al filo del desorden. En una esquina pasó el desfile de alumnos al lado de un perro, quiltro y a primera vista juguetón, que era como el Lipigás pero rubio y con el pelo corto. Todos los niños pasaron casi ignorándolo, tomándolo con absoluta naturalidad, pero al pasar su hija por donde estaba el perro, a solo un paso delante de él y en cuestión de un segundo, ve al animal hacer una contorsión ciega hacia su hija y como con un zarpazo le muerde la muñeca. De alguna forma, producto de la adrenalina, el hombre toma a su hija a la velocidad del sonido y aparta al perro de un puntapié. Le observa la mano y ve la herida fresca de la mordida, pero también ve otras más ya cicatrizando… casi iguales.

Se devuelve con su hija en brazos a buscar al inspector para exponer la situación y darle una solución inmediata. Él en general no es así, pero esta vez iba decidido a plantear con fuerza su reclamo y hacer que el perro desapareciera y nunca más se admitieran peligros como este dentro del colegio.

En un pasillo da una vuelta y observa extrañado un curso entero de niñas semidesnudas, vistiéndose. Pasa rápido e ignora lo que acaba de ver, justo cuando se topa de frente a una persona con cara de inspector y sin más le cuenta lo ocurrido. El tipo lo escucha y parten los dos en dirección donde estaba el can. El tipo con cara de inspector llega y pesca al perro y ahora con cara de lunático lo pone encima de una mesa, con un ademán violento levanta la mano y hace como que le va a pegar, pero la baja con gesto de impotencia y mira al hombre con cara de no poder hacer nada. Pero como, acaba de morder a su hija y es un peligro… no puede dejar esto aquí nomás!! Avanza unos pasos hacia el inspector, y en el segundo que se despreocupa de su hija, el perro salta rápido y premeditado hacia ella para morderla, el hombre logra volverse hacia su hija y agarrar a medias en perro antes que muerda a su hija, pero no lo agarra bien. El perro está panza arriba y tiene la cara de su hija a diez centímetros. Ve claramente los colmillos del can furioso ladrando, que se empuja con las patas de atrás en el mismo cuerpo del hombre. Su hija está atrapada entre dos sillones y no puede hacer nada cuando el perro le muerde el labio inferior, y ve como los ojos color miel de su hija se llenan de espanto y lágrimas, grita de dolor y miedo mientras el hombre presiona con tota la fuerza que tiene los dedos pulgar e índice en el hocico del perro para que abra la mordida pero no lo logra. Logra en un momento hacer que el perro se aleje de la cara, pero solo para ver estirarse la carnecita de su boca y escucharla decir casi calmada que no hiciera eso, que le dolía mucho.

Cuando despierta fija su vista en la luz del alba que se mete por el tejido de las cortinas que tanto le había costado instalar el año antepasado, y justo cuando empezaba a incorporarse y se venían los sollozos, siente el nombrecito de madera colgado en la puerta de al lado, donde duerme su hija. Lo único que esperaba en ese momento es que abriera la puerta de su pieza, que no fuera al baño… que viniera directamente a abrazarlo… y así lo hizo y era todo lo que necesitaba en ese momento.

Le preguntó el hombre a su hija luego de un rato si es que había tenido un sueño malo, que si por eso se había despertado y se había venido a acostar con él. Ella le contestó: No.. y tu? Yo si, tuve un sueño feo… y me abrazó.

2 comentarios:

ricardator dijo...

CABROWEONMEEMOCIONASTE


Había olvidado las emociones que de despierta tu prosa al momento de leerlas..


Me asusté, pensé qu había sido verdad (esa era la idea no?)

Algunas veces me veo reflejado en tí en el momento que hablas de tus hijas. La diferencia es que en mi caso, no puedo estar con mi hijo como yo quisiera.

un abrazo compare y lo felicito por su familia, la misma que yo alguna vez también disfruté.



r.

MuereBoriz dijo...

Al fin de regreso!!!

Hace poco vi a la Amanda y de puro imaginarme lo que describías empecé a angustiarme. Los quiltros no pueden ser malos.

Salud!!!