Es frecuente marearse con propuestas teóricas y discusiones desarrolladas en el campo de las ideas, ya que como es lógico, hay tantas ideas como personas, y estas disputas pueden durar decenios y lo más probable es que al final se arregle a los combos… Y esto pasa con el asunto este de la pastilla del día después, que tiene a todos agarrados del moño. Yo por mi parte me acuerdo de una historia que clarifica lo indefensos que estamos frente a casos puntuales y la necesidad de tener un anticonceptivo de emergencia a la mano… le ocurrió a una pareja de amigos míos por allá por el 2003… (aquí es donde la imagen se pone borrosa y una regresión muestra los hechos como pasaron… en algunios programas les ponen “recreación”, pero como acá es escrito no hay necesidad…)Estos eran una pareja de jóvenes convivientes que tenían un hermoso retoño de entre uno y dos años, que como la mayoría de los esforzados trabajadores de mi país se atendían en el sistema de salud público, y la mujer, dentro de su control post-parto manifestó unas reacciones adversas por los anticonceptivos que estaba tomando (teniendo en cuenta que hasta antes de su embarazo su anticonceptivo era solo el optimismo), y le recetaron otras pastillas que tenían otros compuestos y todo eso, pero que debía terminar el ciclo para comenzar a tomarlas, por lo que iban a pasar un tiempo sin protección, para lo que le dieron en el mismo consultorio una caja de preservativos.
Así la joven pareja se fue a su casa y esa misma noche le dieron uso a los condones. No venían en caja, solo el envoltorio plateado, sin marca ni indicaciones de uso… primera cosa mala… El hombre, pese a su inexperiencia con el globito sorteó dignamente el proceso de implementación y se entregaron a las artes amatorias… el tiempo se dobló y sus cuerpos desnudos se fundieron en una danza como la de los caracoles, y una vez exhaustos de amor, al separarse, el hombre se miró el miembro y se dio cuenta que el condón estaba roto.
Cresta! La mujer estaba en su período fértil y ahí estaban… con una guagua, de allegados, sin pega fija, a las 2 de la mañana y con un condón roto en la tula… suena fuerte, pero imagínense en esa situación, la desesperación que se tiene que sentir!!! Pa peor, estos no veían mucha tele, y la mujer recordó haber escuchado algo en las noticias sobre una especie de pastilla para estos casos… la “Pastilla del día después”, y saltaron de la cama, encargaron al bebé con la suegra y partieron raudos en busca de la farmacia de turno. Llegaron a una esquina de farmacias, Ahumada, Cruz Verde y salco Brand… una al frente de la otra, y en todas preguntaron sobre el rumor de la pastilla milagrosa que los podría salvar, y nada. Contaron la historia en las tres partes y nada, no había nada que ellos pudieran hacer por esta aquejumbrada pareja, y volvieron derrotados a su casa.
Al otro día, sin dormir y apenas amaneció, enfilaron hacia el consultorio… allí tenían que ayudarlos, y conversaron con la misma enfermera que habían visto el día antes, y nuevamente contaron su problema y su historia, pero la respuesta de esta señora fue mucho más locuaz que la de los químicos farmacéuticos de la noche:
Se les rompió el preservativo? Es que no tienen que hacerlo tan fuerte!
Dijo la enfermera con una voz clara y audible en toda la sala a medio llenar con personas esperando turno misntras mi amigo pensaba que si es que había otra forma de hacerlo…
¿Y ustedes creen en Dios? Por que les queda rezar nomás…
Eso fue todo lo que obtuvieron del servicio de salud pública, por lo que me contaron. Al final no fecundaron esa noche, pero así como esta, deben haber muchas otras historias que si terminaron con una guagua en brazos, y piensen que ellos ya eran grandes y tenían un hijo… que queda para los pendejos de 14 o 15 años? Por eso aplaudo la iniciativa. Los que no estén de acuerdo con esto, bien por ellos…. no usen este método, y esta santa iglesia que tanto alega… ellos van mucho más al fondo, no están de acuerdo con las relaciones sexuales, por lo que dejando el sexo solo para procrear se acaban todos los dramas…
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