No voy a decir que con la muerte de ellos algo en mi también se murió, por que no fue así… en realidad yo también me morí con ellos. Las dos veces.
El primero en partir fue mi papá… el Loco Pepe como lo conocían algunos de sus más cercanos, y luego, ocho años después, mi hermano dejó este mundo. Ambos partieron accidentalmente, y de un momento a otro fuimos afectados por la pérdida y el remezón fue implacable.
Con mi viejo éramos iguales. En su funeral conocí a una segunda familia producto de un abuelo putamadre… con medios tíos y medios primos de los cuales tenía fugaces referencias por menciones en conversaciones de grandes. Al enfrentarme a ellos fue referente nuestro parecido. Lo veían claramente en mi… su hijo mayor. Él fue camionero… un guatón pelado de patas flacas, pero tenía algo en su sonrisa que encantaba a las mujeres… no era apuesto, en ningún caso, pero era fotogénico, y andaba siempre perfumado cuando salia… en realidad no sabía como él podía estar con alguien tan linda como mi mamá. Ahora lo entiendo y lo vivo.
Mi hermano nació tres años después de mí y falleció siendo ya un anciano. Su vida fue intensa, plagada de aventuras, historias, mujeres y amigos… en su funeral habían cientos de viudas y los asistentes se perdían en el horizonte. La selva de coronas de flores y recuerditos casi no dejaba ver el cajón. La tristeza del momento se veía opacada a veces por la alegría que mi hermano proyectó en vida. Personas que yo no conocía me hablaban de las cualidades del Andy, y durante el velatorio, que cuidé toda la noche, llegaban curaguillas del barrio a ver si es que era verdad!… y en su embobamiento etílico lloraban y me daban sus ideas y filosofías respecto a la vida y la muerte. En un momento me dio por cerrar la puerta, pero filo… él nunca hizo distinción y fue amigo de todos… y quien era yo para segregar la gente que viene a verlo por última vez. Y al final algunos se pusieron a tomar adentro y tuve que paquear un par de veces las risas que provocaban la mezcla del alcohol y los recuerdos… uno hasta vomitó.
Sé que yo no voy a tener los tumultos de gentes que los acompañaros en su último adiós… y esto no lo digo con envidia. Ellos eran asi… diferentes a mí.
¿Pero como si me morí dos veces puedo escribir? El primer golpe no me lo esperaba… la muerte de mi papá fue devastadora… la distancia me proporcionó millones de años para pensar en la vuelta a casa, solo para encontrarme con un funeral. Dormí en la casa de un vecino. Y en la noche tuve un sueño que me trajo de vuelta y me dio fuerzas para enfrentar el día que se me venía:
Íbamos los tres, mi mamá, el Andy y yo caminando por un campo… el campo próximo a la casa del tío Nono, cerca de Pumanque. Pasábamos al lado de una persona que estaba sembrando, y al adelantarlo un par de pasos me doy vuelta y lo veo al él… era mi papá el que estaba trabajando el campo con un azadón, vestido de huaso como en una foto antigua de él… justo en el instante en que una luz baja del cielo y se lo lleva, dándome tiempo solo para decirle que lo amo. Despierto, me lavo la cara y llevo a mi familia a la iglesia.
La segunda vez, para enfrentar la muerte de mi hermano… ya no estaba solo. Eso fue lo que me sostuvo aquí. Tenía una mujer a mi lado… una mujer en la que podía (y aún puedo) descansar, la que me sostuvo y acompañó todo el tiempo… además que ahora yo también era padre, y si bien yo no tuve un padre perfecto, aún veo en los ojos del Loco Pepe el cariño y el orgullo que yo le producía.
Después de 6 años me llegó la inspiración y le hice un tema a mi papá… aún es una maqueta, pero si leyeron esto, puede que también tengan ganas de escuchar esto otro… el tema a mi hermano se lo debo.
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