Por mucho tiempo se ha especulado sobre el tamaño del miembro viril de Napoleón, sin duda una de las personalidades políticas más admirables de la historia que quizá compensó lo pequeño de su órgano con la grandeza de sus hazañas.

Napoléon dans son cabinet de travail, Jacques-Louis David (1812)
Una aplicación “salvaje” de ciertas
ideas psicológicas o específicamente psicoanalíticas relaciona el tamaño
del pene con las expresiones de poder, estableciendo una relación de
compensación entre uno y otro: a un pene pequeño corresponden, se dice,
expresiones grandilocuentes de poder, y viceversa.
Partiendo de esta premisa, durante
muchos años se ha especulado sobre el tamaño del pene de Napoleón, sin
duda uno de los grandes estrategas militares y políticos en la historia
de la humanidad, un hombre que pasó de simple soldado a emperador de
Francia, cabeza de una de las épocas más brillantes del país y quien,
según la leyenda, paradójicamente era un hombre más bien pequeño, de no
mucha estatura y según los corrillos y los rumores, con un miembro viril
de escasos centímetros.
Para sorpresa de muchos, esto último es
fácil de comprobar, pues el pene de Napoleón todavía existe. La historia
de su conservación es confusa, pero al parecer comenzó el día de la
autopsia, cuando el cirujano Francesco Autommarchi mutiló el órgano
frente a 17 testigos; después el abad Anges Paul Vignali lo compró para
rendirle el homenaje póstumo merecido; al morir el religioso, su familia
vendió el pene en 1924 a un librero estadounidense de nombre A.S.W.
Rosenbach, quien a su vez lo llevó al Museo de Arte Francés de Nueva
York, donde se exhibió a partir de 1927. Actualmente el miembro de
Napoleón pertenece a Evan Lattimer, quien lo heredó de su padre, un
urólogo reputado que lo compró en 3 mil dólares durante una subasta en
París.
Y fue gracias a Lattimer que este
misterio del tamaño de la virilidad del emperador francés fue aclarado,
pues el hombre lo presentó generosamente en una emisión de Dead Famous DNA, una serie del Canal 4 de la televisión inglesa conducida por Mark Evans.
Evans se trasladó a Nueva Jersey, donde
reside el hijo del urólogo, y examinó el órgano, confirmando la
suposición de que es pequeño, “muy pequeño”, según la descripción de
Lattimer: poco menos de 4 centímetros de longitud.
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