8.01.2006

Cada vez mejor.

Venía contemplando Santiago desde el bus hacia Viña cuando fijo la vista en un malabarista callejero, que al avanzar la rutina hace una marigüanza donde se pasa la pelota por la espalda... no!,eran limones... y se le cae uno al suelo. Lentamente lo recoge y se dispone nuevamente a realizar la prueba fallida, en donde al repetir la acción, una vez más el limón termina rodando en la calle para caer en una alcantarilla.

Mi reacción primera fue la riza, pero al acercarse este niño al primer auto con su cara que evidenciaba, además de un evidente retardo, una frustración casi endémica, recibió con los hombros sueltos el aporte voluntario del chofer generoso, para luego echar una mirada inútil al resto de la cola en neutro. A todo esto dio la luz verde y comencé a moverme. Mi mirada permanecía fija en el niño, que se agacho sobre sus cosas que estaban amontonadas al lado del fierro del semáforo y recogió un cuaderno desde una especie de mochila toda desguañangada, y anotó. Por sobre su hombro pude distinguir a lo lejos mientras me alejaba tres columnas, que supongo es donde anotaba los ingresos, uno por uno... gambita por gambita, para después no tener que contarlas. Así se iba a llevar toda la tarde, me imagino… como tantas otras tardes.

Generalmente le agradezco a la vida por la oportunidad de aprender de ella, y esta lección en particular me toma en un momento débil, en donde no me están resultando las cosas y he tomado malas desiciones. Pero esos ojos medios achinados me hicieron ver que las cosas no van a mejorar solas… o sea, no me lo enseño, por que eso yo lo se, todos lo sabemos… solo que a veces nos falta la fuerza y la determinación para seguir haciendo lo que estamos haciendo… cada vez mejor, aunque se nos caiga el limón a la alcantarilla.

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